Sonó el teléfono. Tan solo, para confirmar que Mateo Guillermo había fallecido, mi sobrinito querido, hijo de Victor Guillermo, mi hermano y amigo; habíamos estado orando mucho por él desde las primeras noticias de que había un problema con su salud.
Llegamos a Lima al día siguiente, como pudimos, y solamente alcance a decirles en el cementerio las palabras bíblicas de Apocalipsis 21:5... y no habrá más llanto ni dolor, pues las primeras cosas pasaron. Oramos, y se acabó el sepelio.
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Han pasado, más de 07 años, y mientras hacíamos los primeros tratamientos para vencer el COVID-19 ordenados por el Dr Mathews; Willy - como le decimos a mi hermano Victor Guillermo - nos contó que tenía un cuaderno histórico de cada día de vida de Mateo Guillermo y sus logros y luchas que enfrentó. Escuché por boca de Willy todos los esfuerzos que ellos hicieron por su hijo, y que ahora por mi salud, no haría menos, con tal de salvar mi vida. Me sentí privilegiado y amado realmente y mi mente se explayó en agradecer a Dios y pensar en todo su esfuerzo en nuestro favor. Con tal de asegurar que no nos perdiésemos eternamente.
Comprender el verdadero esfuerzo de Jesús por salvarnos es y debe ser nuestra mayor tarea en la vida. Contemplar cada ejemplo de vida, cada instante con sus discípulos, cada recorrido por las ciudades y aldeas, buscando siempre personas para animar, curar y restaurar. Mirar el esfuerzo infinito en la Cruz debe mover nuestro corazón a la acción en favor de los demás. Recordé las palabras de Juan 3:16 cuando dice: porque de tal manera amo Dios al mundo...
Pero, lo que movió mi corazón grandemente estos días, es ver y saber que toda mi familia y amigos se habían unido en oración por mi. Cuan reconfortante y maravilloso es sentirse amado y cuidado, saber que alguien ora continuamente por ti.
Agradezco grandemente a mis hermanos, Samuel, Richard, Willy y Beto, junto a sus familias y a mi familia orando me lleno de motivación y felicidad. Solo el hecho de saber que le importamos a nuestra familia es una fuerza poderosa.
Al escuchar la voz de mi Madre me emocioné sabiendo que sus ruegos habían sido escuchados y que su fe nunca había decaído. Hay poder en la oración intercesora.
Sinceramente, hubo un momento en el cual la soledad me atrapaba y volvían los gigantes de la duda y la depresión de estar enfermo y solo en esta habitación, es necesario abrir los ojos.
Sentía, sin embargo, que no estaba solo. No tenía fuerzas para revisar las noticias, ver mensajes de nada. Atiné solo a conversar un poco con Dios.
La sorpresa llegó esta mañana, al desesperar al sonido de algunas sirenas propias de las emergencias en esta zona.
Al amanecer, la primera llamada fue de mi esposa quien me confirmaba que estuvieron orando junto a mis hijos por mi salud.
Luego, tomé el teléfono y lo primero que vi fueron los mensajes de animo de muchos amigos y hermanos que en algún momento conocí y que mandaban sus mensajes de oración mediante un post que hizo Samuel.
Que emoción. Leer cada uno de ellos.
Acto seguido, me mandó un mensaje mi jefe, pues en Unión, se habían formado grupos de oración en favor de este humilde servidor.
No contento con ello, mi primo George, hizo lo propio en su iglesia en Farmintong, New Mexico, quien reunió una fuerza de más de 200 hermanos intercesores.
Los amigos y hermanos debemos estar siempre dispuestos a interceder por los demás. Estoy seguro que Dios escuchó su ruego en mi favor.
No tengo palabras más que de gratitud y compromiso para con todos.
Decirles que Dios es bueno y amoroso, y a pesar de nuestro mal comportamiento siempre nos da nuevas oportunidades si le pedimos y nos arrepentimos .
Alabado sea su nombre siempre!
Sé un amigo intercesor!
Julio César Mathews - Misionero Adventista en Unión.